LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
REFLEXIÓN VIDEO
https://www.youtube.com/watch?v=9N1iYDHRZ14
Arantxa:
Después de ver el video, me estaba imaginando a mi como futura docente de educación infantil, concretamente desde la mirada lúdica.
En el juego musical se puede decir que la música y el movimiento son experiencias vivas, impredecibles y llenas de emoción, pero el video nos muestra cómo la inteligencia artificial se puede convertir en un “escenario invisible”. Por ejemplo, una actividad de percusión corporal, mientras los infantes marcan el pulso y se desplazan por el aula, un sistema de reconocimiento auditivo capta en tiempo real quien mantiene el tiempo, quien se adelanta y quien necesita ayuda. Esta aplicación le enviará al docente un resumen instantáneo de la actividad. Con estos datos, se podría proponer un juego más sencillo para aquellos que presenten alguna dificultad.
Esta idea está conectada con la frase que dice Lee: “deja que la inteligencia artificial haga lo rutinario para que el docente haga lo irrepetible”. Evaluar el pulso, contar repeticiones o registrar la intensidad son tareas que se hacen en un momento, pero luego viene lo importante que es inventar letras espontáneas, ajustar la dinámica colectiva o simplemente disfrutar del movimiento con los infantes.
Tenemos que tener en cuenta que la tecnología debe ser inclusiva y segura, nunca invasiva. A medida que vayan pasando los años tendremos nuevos instrumentos como la inteligencia artificial más avanzada, para que nos realice actividades con los infantes. Los docentes de hoy en día y del futuro tienen una misión y es equilibrar la tecnología con la improvisación de la mente.
Bego:
Después de ver el video de Kai-Fu Lee sobre cómo la inteligencia artificial puede ayudar a los profesores, me quedé pensando en el enorme potencial que tiene la tecnología para transformar la educación, pero también en la gran responsabilidad que eso implica.
Lo que más me llamó la atención fue cómo Lee plantea que la IA no viene a reemplazar a los maestros, sino a darles una mano. Hoy en día, muchos docentes están saturados con tareas repetitivas: corregir, registrar datos, planificar clases… cosas que una máquina podría hacer. Si esas tareas se automatizan, los profesores podrían enfocarse en lo verdaderamente humano: motivar, escuchar, guiar, enseñar desde la empatía.
También me pareció muy importante su llamado a no olvidar que hay habilidades que una inteligencia artificial no puede ni podrá enseñar: la creatividad, el pensamiento crítico, la capacidad de trabajar en equipo o de adaptarse al cambio. En un mundo cada vez más automatizado, esas serán las verdaderas fortalezas.
En resumen, este video me hizo pensar que el verdadero reto no es si usamos o no inteligencia artificial en las aulas, sino cómo lo hacemos. Si logramos integrarla con criterio y sensibilidad, puede convertirse en una gran aliada para construir una educación más personalizada, más humana y más efectiva.
Maria:
El vídeo de Kai-Fu Lee sobre la inteligencia artificial en la educación me ha dejado reflexionando profundamente sobre el futuro de la enseñanza. Lee plantea que la IA tiene el potencial de transformar el sistema educativo, que en muchos aspectos sigue siendo similar al de hace cien años.
Uno de los puntos más interesantes es cómo la IA puede liberar a los profesores de tareas administrativas y repetitivas. Actualmente, los docentes dedican mucho tiempo a corregir exámenes, preparar materiales y gestionar tareas administrativas. La IA puede ayudar a muchas de estas tareas, permitiendo a los profesores centrarse más en la enseñanza personalizada y en el desarrollo de habilidades críticas en sus estudiantes. Lee propone que el sistema educativo debe centrarse en fomentar la curiosidad, el pensamiento crítico y la creatividad. Estas habilidades son esenciales en un mundo donde la información está al alcance de la mano y donde la capacidad de innovar y pensar de manera crítica es más valiosa que nunca. La IA puede apoyar este enfoque proporcionando recursos personalizados y adaptativos que se ajusten a las necesidades y ritmos de aprendizaje
La personalización del aprendizaje es otro aspecto crucial del que se trata. La IA puede analizar los datos de los estudiantes para identificar sus fortalezas y debilidades, ofreciendo así un plan de estudios adaptado a cada individuo. Esto no solo mejora el rendimiento académico, sino que también aumenta la motivación y el compromiso de los estudiantes al hacer que el aprendizaje sea más relevante y accesible para ellos. Sin embargo, la integración de la IA en la educación no está exenta de dificultades. Es fundamental abordar cuestiones éticas como la privacidad de los datos, la equidad en el acceso a la tecnología y el papel del profesor en un entorno cada vez más digitalizado. La tecnología debe ser vista como una herramienta que complementa, y no reemplaza, la labor humana de los docentes.
Ana:
Este vídeo me ha recordado cuando en mi aula están mis alumnos y alumnas jugando explorando el mundo que les rodea, y como yo como docente pues me voy moviendo por esas exploraciones guiándoles en el camino.
Lo que más me impactó fue como ha avanzado las nuevas tecnologías hasta el punto de tener como una herramienta más la inteligencia artificial, sin embargo he aprendido que no debemos abusar sino saber hacer un buen uso de ellas. La clave está en que sea algo que no nos reemplace sino que complemente. Debemos dejar ese espacio espontáneo, libre lleno de risas, motivación, sorpresas para un aprendizaje enriquecedor.
En definitiva, como futura docente sé que tengo un gran reto que es aprender a convivir con estos avances pero sin perder de vista mi objetivo que es educar desde un acto humano, creativo y único.
Ale:
Después de ver el video "Cómo la inteligencia artificial ayudará a los profesores" estamos viviendo un momento de transición profunda, en el que la tecnología, y en especial la inteligencia artificial, nos desafía a replantear la esencia de la labor docente. Lo que más me impacta es cómo Kai-Fu Lee no habla de sustituir al maestro, sino de liberar su potencial. Es una idea que reconforta y a la vez interpela.
Me hizo pensar en cuántas veces los docentes estamos atados a tareas mecánicas (correcciones, reportes, repeticiones) que nos quitan tiempo para lo más valioso: acompañar emocionalmente a nuestros estudiantes, fomentar su creatividad, su pensamiento crítico, su capacidad para colaborar y convivir. La IA, como la plantea Lee, podría ser una aliada que nos dé más espacio para ser verdaderos formadores, más humanos.
También me deja una advertencia: no podemos depender ciegamente de la tecnología. Si bien puede facilitarnos muchas cosas, debemos usarla con sentido ético y pedagógico. No todo lo que es eficiente es necesariamente educativo. Por eso, como docentes, debemos mantenernos alerta, reflexivos, y sobre todo, recordar que enseñar es mucho más que transmitir información: es formar personas.
Este video me invita a no temer a los cambios, sino a prepararme para adaptarlos de manera crítica y creativa. La IA no reemplaza al maestro, pero sí puede impulsarlo a ser mejor si se usa con inteligencia y corazón.
Mario:
Después de ver el video, me vinieron a la cabeza muchas ideas sobre el futuro de la educación infantil. Una vez vivida la experiencia en más prácticas de días difíciles, pensé en cómo la inteligencia artificial podría actuar para facilitarnos la tarea, recogiendo información sobre los intereses, ritmos y preferencias de cada niño sin interrumpir su juego.
Lo que más me impactó fue pensar que la IA no tiene por qué ser un obstáculo, sino un espejo que nos devuelve datos útiles para personalizar aún más nuestras propuestas. No se trata de mecanizar la enseñanza, sino de mejorarla con nuevas herramientas. Por ejemplo, si una niña tiende a repetir ciertos patrones rítmicos, la tecnología puede ayudarnos a identificarlo antes de que uno mismo lo note.
Como futuro docente, mi papel no es competir con la tecnología, sino saber cuándo dejar que me apoye. Pudiendo acompañar con el alumnado, adaptar alguna actividad según el clima del aula… La IA puede contar repeticiones, pero no puede leer una mirada de frustración o un gesto de entusiasmo. Eso sigue siendo profundamente humano, al menos de momento.
Creo que el reto está en no temerle a estas herramientas, sino en aprender a convivir con ellas desde una mirada pedagógica y ética. Porque si las usamos bien, pueden ayudarnos a crear entornos de aprendizaje más atentos, flexibles y significativos.
Conjunta:
Después de ver el video de Kai-Fu Lee, no pudimos evitar imaginar cómo será nuestro papel como futuros docentes en un mundo donde la inteligencia artificial empieza a formar parte del aula. Una idea se repitió en todas nuestras reflexiones: la IA no viene a reemplazar a los educadores, sino a echar una mano, a quitar un poco de carga para que podamos centrarnos en lo esencial, en lo que solo una persona puede ofrecer.
Pensando desde la educación infantil, especialmente desde el juego, surgieron imágenes muy concretas. Por ejemplo, una actividad de percusión corporal, en la que los niños y niñas se mueven libremente por el aula marcando el ritmo. En ese escenario, la inteligencia artificial podría funcionar como una especie de apoyo invisible, detectando quién sigue el pulso, quién se adelanta o quién necesita ayuda. Sin interrumpir la dinámica, el docente recibiría un resumen útil para ajustar la propuesta a las necesidades del grupo. Así, podríamos adaptar los juegos y acompañar mejor a cada niño, sin perder la frescura del momento.
Esto conecta con una frase que nos marcó del video: “deja que la inteligencia artificial haga lo rutinario para que el docente haga lo irrepetible”. Porque tareas como contar repeticiones, registrar la intensidad o tomar notas pueden automatizarse, pero crear una letra espontánea, improvisar un juego según el ánimo del grupo o simplemente compartir una risa… eso es irrepetible y profundamente humano.
También hablamos de la importancia de usar la tecnología con cabeza y con criterio. No se trata de dejarlo todo en manos de una máquina, ni de convertir la educación en algo frío o mecánico. Lo importante es que sea una herramienta útil, segura, respetuosa, que no invada el espacio del aula, sino que lo acompañe. Que sume sin restar.
Al final, como futuros docentes, el reto no está en decidir si usamos o no inteligencia artificial, sino en cómo lo hacemos. Con qué mirada, con qué objetivos, con qué sensibilidad. Si la usamos bien, puede ayudarnos a crear entornos de aprendizaje más flexibles, atentos y significativos. Pero siempre, siempre poniendo a las personas en el centro.
Autor: Arantxa Quirós Amaya
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